«Súbitamente, había hallado un peligroso antídoto a mi vacío interior…» afirma Maricarmen Vargas Ruiz en las páginas reveladoras de su historia personal. A partir de aquella singular frase, como si se tratase de un puente imaginario, nos conduce desde los tiempos más felices de su vida hacia los momentos más oscuros de su padecimiento.
Con un tono descarnado y sincero, la autora nos relata las vivencias de su infancia, sus años de esplendor en las pistas de atletismo y su encarnizada lucha contra las constantes ofensivas de la bulimia y la anorexia. Tras un eterno silencio, Maricarmen abre su boca y grita su verdad a los cuatro vientos. Entre el dolor por la muerte de su madre, la impotencia por querer y no poder librarse de sus adicciones, la nostalgia por los sueños que no se cumplieron y la culpa por no sentirse merecedora de nada, nos ofrece un convulsionado recorrido emocional por las profundidades de su ser. No obstante, su relato autobiográfico trasciende el mero carácter catártico y se convierte en un valioso testimonio de valentía, coraje y superación. Alejado de cualquier simple ambición expresiva individual, Mi yo destructivo desnuda la realidad sombría de los trastornos de alimentación, advierte sobre los riesgos de subestimarlos y se transforma en una voz de liberación colectiva.
Maricarmen Vargas Ruiz (Las Palmas de Gran Canaria,1968), flamante escritora, esposa, madre de tres hijos, exdeportista de élite y luchadora incansable. Nacida en el seno de una familia de seis hermanos, desde pequeña, demostró una inmensa curiosidad por el mundo que la rodeaba y un gran talento por el atletismo. A los diez años, comenzó su destacada trayectoria en dicha disciplina y en balonmano, en el barrrio Las Remudas del Municipio de Telde. Tras el logro de diversos reconocimientos y récords, en plena consolidación de su carrera, abandonó las pistas abruptamente. El vacío y la tristeza provocada por la muerte de su madre la condujeron a tomar aquella drástica decisión. Desde entonces, un desafío más dificil y amargo se hizo presente en su vida. De manera silenciosa y progresiva, una enfermedad fue tomando posesión de su cuerpo y de su espíritu. A los quince años, sin saberlo, comenzó a padecer graves trastornos alimenticios. A partir de entonces, su destino cambió de rumbo, se alejó definitivamente de la competición deportiva e inició una sinuosa travesía hacia la curación de la bulimia y la anorexia. Hoy, a casi cuarenta años de aquellos primeros fantasmas, Maricarmen vislumbra un horizonte más claro y luminoso. Sin pasos largos ni velocidades exhorbitantes, poco a poco, transita el camino de la transformación. Sin dudas, Mi yo destructivo es un testimonio cruel y verídico sobre aquel largo viaje de autosuperación.
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