Abir viaja a Egipto, a Alejandría, y después de saludar a sus padres que lo esperan, se dirige a las sacerdotisas de Isis que lo iniciarán en las enseñanzas del conocimiento desde la energía femenina. Con ellas y en sus enseñanzas, experimentará profundas e interesantes aventuras.
Tras muchas experiencias y aprendizajes, Abir y el barquero Rashid, realizan un viaje Nilo arriba por los templos de conocimiento que lo recorren y es perseguido por sicarios a sueldo que atentan contra su vida, en un plan perfectamente estudiado para evitar que adquiera el conocimiento suficiente que le permitirá, en su próxima reencarnación, “actualizarse” con los recuerdos del nuevo pasado y guiar a sus compañeros científicos en California, para evitar la distribución de un invento que es demasiado poderoso para ser bien utilizado, y que podría ser utilizado por las fuerzas oscuras contra la Humanidad.
En el epílogo final se cuenta cómo el equipo de científicos, con un Abir “actualizado” destruye el invento sumergiéndolo en el mar.
¿Qué mano peluda y fría podría agarrarme el brazo, en las noches, antes de llegar a la lámpara salvadora? Nací un 31 de mayo, en un pueblo de Badajoz llamado Azuaga. Soy el mayor de ocho hermanos. Dos de ellos han fallecido en accidentes. A los dos años nos fuimos a vivir a Sevilla y desde entonces continúo allí.
Estudié el bachillerato de ciencias. Practicaba judo y todo tipo de deportes, mientras soñaba con las increíbles aventuras de Julio Verne, las hazañas de Sandokán, y las terroríficas experiencias de Jonathan Harker en el castillo del Conde Drácula. En mi mente vivía romances apasionados. Y llegó fiebre del sábado noche, las discotecas, las fiestas, la música, el baile, las chicas… ¡Qué emocionante! Estudié la carrera de Ingenieros Industriales porque me apasionaba la Ciencia. Mi fe infantil en la religión católica se había apagado y mi nuevo “Dios” hablaba con Matemáticas. Acabando la carrera llegué a la frustración científica. El Espíritu, El Yoga y la búsqueda de las tradiciones espirituales de Oriente marcaron mi nuevo rumbo. Rechacé la idea de trabajar como ingeniero y saqué las oposiciones a profesor de Matemáticas: sería libre en mi aula. No me equivoqué. Me he jubilado a los 60 años, y me casé a los 63 años, después de convivir 27 años con mi mujer Maribel.
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