“La idea de que esto se repetirá mañana con la misma certeza de que el sol se pondrá hoy, me llena de un deseo febril de cambiar el guion. Así que tomo la pistola, el frío metal que promete liberación o condena con la misma facilidad con la que respiramos. Me pesa en la mano no por su peso físico, sino por la gravedad de las responsabilidades que comporta.” Estos son los pensamientos del actor predestinado a interpretar su agonía y a tentar la fuga en Que la flor rompa el cemento, primera obra publicada por el autor. El subtítulo, el intento Bartimeo de Job, mediante la alusión a dos personajes bíblicos apunta a la lucha interna del ser, en esta ocasión, en un mundo marcado por el abuso, las drogas y la violencia. Estamos frente a un notable policial psicológico narrado en primera persona; la narración conmovedora, de la mano de la filosofía, ofrece una perspectiva íntima y poética de la batalla contra la desesperación y el nihilismo. El joven protagonista busca la redención, intenta dar sentido al dolor, enfrenta sus miedos, experimenta algunos encuentros tenebrosos y otros, transformadores. Descubre que, incluso en las circunstancias más oscuras, la constancia genera la flor que reconcilia al sabio con la vida. La trama invita al lector a reflexionar sobre el sufrimiento, la esperanza, el perdón y el sentido de pertenencia esencial.
Fermín Lekunberri Cotelo nació en la ciudad navarra de Pamplona -“Iruña” en euskera- el 9 de julio de 1997, durante la celebración de los “Sanfermines”, fiestas tradicionales de interés turístico.
Desde pequeño su curiosidad lo ha impulsado a explorar qué hay más allá de lo tangible. Sus experiencias intelectuales y sensoriales buscan encontrar la respuesta a las atávicas preguntas existenciales que dé sentido a las perplejidades de la vida y, como consecuencia, ilumine los motivos para seguir adelante. Resulta evidente en su escritura el estudio de obras de pensadores de relieve. Iniciado en la filosofía gracias al entusiasmo transmitido por uno de sus profesores, a quien admira, el estudio de esta disciplina se suma a su formación teórica. Comenzó a escribir como un acto íntimo de expresión personal, sin más intención que la de plasmar sus pensamientos y emociones. Con el tiempo, su pasión por la escritura creció y descubrió su vocación como escritor y el anhelo de conectarse con una audiencia más extensa.
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