CONSIDERACIONES A TENER EN CUENTA:
– Dios no hizo a los humanos a su imagen y semejanza —utopía—, simplemente los hizo inteligentes.
– La inmensidad de Dios llega a toda su creación.
– Dios está presente en la muerte de cada humano para dotarlo de un cuerpo glorioso, que se reconoce como propio e idéntico al que tuvo durante su vida mortal, para llevarlo según su justicia y conocimiento entitativos al lugar que le corresponda, establecido por Él y del que se hizo acreedor.
– La resurrección del que muere es instantánea, por lo que no tiene que esperar al final de los tiempos. Eso no tiene sentido.
– Un ser creado no puede ofender a un ser increado. El ser humano no puede ofender al INCREADO.
– ¿Qué pasa, pues, con las ofensas de los mortales hechas a otros mortales al morir impenitentes? Solo Dios lo sabe.
– La mala acción o pecado contra el prójimo es una acción personal o colectiva propia e intransferible. Traerá consecuencias, pero no se puede transmitir ni heredar.
– Todos los seres creados tienen leyes específicas propias. El ser humano tiene una, impresa en su ser por su Creador, a la que llamamos Ley Natural Divina, que nos manda hacer el bien y evitar el mal al prójimo, o lo que es lo mismo: ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Esta Ley Natural, de origen divino, es una y única, por lo que no cabe distinguir entre “ley antigua” (AT) y “ley nueva” (NT).
– El Decálogo no es una verdad revelada, sino derivada de la Ley Natural Divina, al igual que todas las leyes humanas, obras de misericordia y bienaventuranzas, que nos indican el camino para hacer el bien y evitar el mal a nuestros semejantes.
– Borra de tu mente estas palabras del rey David: “Mira, pues, que fui concebido en iniquidad y que mi madre me concibió en pecado”, porque son erróneas y no sirven de escudo ante nuestro mal obrar.
Jesús García Atienza. Nací en Cuenca el 28 de julio de 1936. A los 12 años me ingresaron en el Seminario Mayor de San Julián de Cuenca capital para estudiar la carrera sacerdotal. Después del primer curso o año de carrera en dicho seminario, me trasladaron al Seminario Menor, ubicado en el Monasterio de Uclés (el Escorial de la Mancha) para completar los primeros cinco cursos de la carrera y pasar después al Seminario Mayor de San Julián para estudiar los 7 cursos siguientes: tres de Filosofía y cuatro de Teología. Tras el inicio del noveno año, el primero de Teología, y tras el convencimiento de que mi deseo no era el sacerdocio, decidí salirme del seminario e iniciar un nuevo camino, que terminó en la Escuela Normal de Cuenca con el título de Maestro de Primera Enseñanza (1958), que, con los años, me transformaron en profesor de EGB, cuya jubilación acaeció en el año 1996. Mi actividad abarcó desde párvulos, cuyo título poseía, hasta el octavo de EGB y otros múltiples y diversos estadios como el de jefe de estudios y director de agrupación de colegios con 50 maestros a mi cargo. También cabe reseñar en esta breve biografía mi cargo de cuarto teniente de alcalde en el Ilustrísimo Ayuntamiento de Quesada (Jaén) durante cuatro años. Me casé el día 4 de agosto de 1967 con doña María Sánchez Navarrete, maestra nacional con destino en Quesada (Jaén), a la que Dios dotó de un cuerpo glorioso, que no necesita comida, para vivir eternamente con Él, el día 1 de octubre de 2007. De nuestro matrimonio nacieron cinco hijos: tres hembras y dos varones. Autor de dos libros: No se disipan los nubarrones y Dios solo tiene una palabra, publicados por la Editorial Club Universitario.
Recensioni
Ancora non ci sono recensioni.