“Después de parar en seco la discusión y reanudar la marcha, le llamó la atención un hombre que apareció en un portal. Éste se asomó desde el mismo y los miró detenidamente, Annabel lo vio y, sin saber describir por qué, experimentó una extraña sensación… ¿podría haber sido su indumentaria totalmente negra?” A partir de dicha inquietud, Pedro Orozco marca un punto de inflexión en los destinos laberínticos de sus personajes.
En medio de un ambiente de misterio y suspenso parisino, el autor nos sumerge en las búsquedas personales de sus protagonistas y en los desafíos culturales a los que se enfrentan. Guiados por una “presencia invisible”, a modo de hilo rojo, la sargento Annabel Dupon y el coronel Jean Claude se convierten en los principales intérpretes de un relato ficcional enmarcado en problemáticas reales como la desigualdad, la injusticia y el desarraigo. No obstante , más allá de todas las oscuras dificultades , también hay espacios luminosos para el amor, la superación y los sueños.
París rompe con la concepción conformista de trama entretenida y apuesta por la interpelación constante a un lector sin límites… ¿Qué esperas para ser parte?
Pedro Orozco nació el 31 de mayo de 1961 en Benidorm (Alicante). Su llegada lo convirtió en el segundo de cuatro hermanos de una familia de madre alemana y padre español. Su infancia y adolescencia transcurrieron en un pueblo signado por la evolución y la modernidad, donde la mezcla de culturas y gente proveniente de diversos lugares, lograron fomentarle un profundo interés por conocer y explorar todos aquellos países de los que no había parado de escuchar historias, comparaciones y diferencias. Una vez concluidos los estudios primarios, guiado por aquel precoz impulso aventurero, decidió ingresar en la academia de la marina para formarse en electrónica y viajar a sus anhelados destinos lejanos. Tras la finalización del período de siete años de servicio, desembarcó en Palma de Mallorca donde se desempeñó en el departamento de electrónica y ordenadores de distintas compañías y dedicó parte de su tiempo libre a otra gran pasión, la literatura. Durante sus veinte años en aquella isla turística, prosiguió encontrándose con personas de distintas nacionalidades, alimentando su espíritu audaz y protagonizando viajes más extensos a los sitios que siempre había querido. Posteriormente, por razones laborales, se estableció en Málaga con su familia.
Entre idas y venidas geográficas, vaivenes de ideas fueron fluyendo en su imaginación hasta adoptar la forma de páginas desbordantes de misterio, búsqueda y emoción. Hoy, después de largos itinerarios externos e intensos recorridos internos, París no sólo se proclama como su primera gran obra sino como la excusa perfecta para continuar viajando incansablemente.
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